Fijándonos en la palabra en inglés Christmas, notamos que es una mezcla de dos palabras. Aunque incluye el nombre de Cristo, también menciona la misa. Ya hemos visto que la misa son sus ritos y ceremonias elaboradas, oraciones paganas por los muertos, transustanciación, etc., es nada más que una continuación de ritos paganos.
La palabra Navidad se halla en la Biblia (Nati-vitá [nacimiento que da vida]) y como hemos de ver, ¡el 25 de diciembre no es la fecha en que Cristo nació! Es evidente que nuestro Salvador no nació durante el invierno, pues cuando Él nació, los pastores velaban sus rebaños en el campo. «Y había pastores en la misma tierra que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado» (Lucas 2:8). Como es conocido, los pastores en Palestina no hacen eso durante el invierno. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre.
Como esto está claro que Cristo no nació a mitad del invierno. ¿No dicen las Escrituras en que época del año nació Cristo? ¡Sí! Las Escrituras indican que nació en otoño. El ministerio de nuestro Señor en la tierra duro tres años y medio (Daniel 9:27).
Su muerte ocurrió al final en la pascua (Juan 18:39), lo cual era en la primavera. Así que tres años y medio antes del comienzo de su ministerio terrenal, marcan el principio de su ministerio en otoño. Ahora bien, al comenzar Jesús su ministerio tenía treinta años (Lucas 3:23). Esta era la edad aceptable para que un sacerdote pudiera empezar su ministerio, según el Antiguo Testamento (Números 4:3). De manera que como Cristo comenzó su ministerio a la edad de 30 años y esto era en otoño, 30 años atrás marcaría su nacimiento en el otoño y no en el invierno.
Aunque las Escrituras no indican la fecha exacta del nacimiento de Jesús, hay medios para averiguar la fecha aproximada del nacimiento de Juan el Bautista y como Juan nació seis meses antes que Cristo, al comparar ambas fechas podemos darnos cuenta de la fecha aproximada en que nació Jesús. Zacarías, el padre de Juan, era sacerdote en el templo. Había 24 divisiones o cursos de servicio durante el año. Los nombres de estos cursos son dados en 1 Crónicas 24: 7-19. De acuerdo a Josefo, cada uno de aquellos cursos duraban una semana [antigüedades de los judíos, Vol. 7, p,7 14] la primera semana comenzaba en el primer mes, Nisan, al principio de la primavera (1 Crónicas 27: 1-2). Después de seis meses, este orden de cursos era repetido para que cada sacerdote pudiera servir dos veces al año durante una semana. Entonces, tres semanas del año todos los sacerdotes servían juntamente durante el periodo de la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos.
Con estos datos como fundamento, notemos qué curso era el que Zacarías servía entonces: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamada Zacarías, de la suerte de Abais --o Abijah en el hebreo—y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez…, se le apareció el ángel del Señor». El ángel le revelo que su esposa Elizabeth, aunque entrada en edad, daría a luz a un hijo, (Lucas 1: 5:13). ¿En qué época del año ejercía Zacarías la suerte de abais? De acuerdo con la 1 Crónicas 24:10, el curso de abais era el octavo en orden. Es decir, la fecha era entre Iyar 27 y Sivan 5; o sea, 1 de Junio al 8 del mismo. Después de su servicio semanal en el templo, Zacarías fue obligado a permanecer otra semana porque a la siguiente era Pentecostés. Pero tan pronto como cumplió su ministerio, regreso a su casa en los montes de Judea, aproximadamente a 30 millas al sur de Jerusalén; y su esposa concibió (Lucas 1:23-24). Esto fue aproximadamente a mediados del Junio; al añadir nueve meses a esto, llegamos a una fecha aproximada del nacimiento de Juan. De acuerdo a esto, Jesús nació al principio de la primavera.
Puesto que Jesús era seis meses menor que Juan (versículos 26y 36), simplemente añadimos este tiempo a la época en que Juan nació y tenemos como resultado que Cristo nació a mediados de septiembre. Como podemos ver, nuestro Señor nació en el otoño y no el 25 de diciembre.
Otra prueba de esta conclusión la tenemos en el hecho de que cuando Jesús nació, José y María habían ido a Belén a empadronarse (Lucas 2: 1-50). No hay registros que indiquen que este periodo fuese invierno, ni motivo alguno para creer, como hemos leído muchas veces en comentarios sobre Navidad que el empadronamiento había causado la aglomeración de forasteros que no permitió a José y María encontraran lugar en el mesón. No hay ninguna razón para creer que fuesen tantos los judíos oriundos de Belén radicados en estas poblaciones, pues todos los judíos se hallaban adheridos a las tierras de sus antepasados. José tuvo que hacerlo por causa de la persecución de Herodes contra el niño Jesús. ¿Qué causaría, pues, la aglomeración? Lo más probable es que fuera la fiesta anual de otoño a la que Jesús y María solían concurrir como buenos judíos y aunque esta vez tenían razón para abstenerse, dado el estado de María, no pudieron hacerlo por coincidir con la nota real del empadronamiento «cada cual en la ciudad donde había nacido» (Lucas 2:1).
Jerusalén era, normalmente, una población de 120,000 habitantes, pero según Josefo, durante las fiestas algunas veces se reunían allí hasta dos millones de judíos. Con tan grandes multitudes de gente que venían a las fiestas, no solamente se llenaba Jerusalén, sino que también la aldea de Belén, situada a solo 5 millas al sur. Esto era al final de la siembra. Todo esto y la evidencia dada anteriormente, indican que el nacimiento de Cristo fue en otoño y no el 25 de diciembre.
Si Cristo no nació en diciembre, ¿Cómo llego este día a ser parte del calendario de la iglesia? La historia nos da la respuesta. ¡En vez de ser día de nacimiento de nuestro Salvador, este era el día en que los paganos, durante muchos siglos, celebraron el nacimiento de su dios solar! Un estudio de esto demuestra cuanto se rebajaron los líderes de la iglesia apostata en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo hasta el punto de poner el nacimiento de Cristo en la fecha que armonizaba con la celebración pagana del nacimiento del dios sol. Fue en el siglo V que la iglesia Católica Romana ordeno que el nacimiento de Cristo fuera observado el 25 de diciembre, el día de la antigua fiesta romana del solsticio de invierno.
En los días del paganismo esta fiesta del nacimiento del dios sil era popular especialmente dentro de los «ministerios» conocidos como mitraísmo. Este festival era llamado «La Navidad». [La rama dorada, p. 471] Y no solamente Mitra, el dios sol del mitraísmo, del cual se decía que había nacido en esta época del año, sino también de Osiris, Orus, Hércules, Baco, Adonis, Júpiter, Tammuz y otros dioses, puesto que eran todos procedentes de la misma leyenda de Tammuz con otros nombres. Todos ellos habían nacido en la misma época invernal conocida hoy como la “Navidad” [Enciclopedia Americana Vol. 6, p. 623].
Dice un notable escritor: «La época invernal era cuando todos los dioses solares, desde Osiris hasta Júpiter y Mitra, celebraban sus cumpleaños. Las celebraciones consistían en arboles de pino para Adonis, Saturno y otros que representaban el calor del nuevo nacimiento del sol en forma de fuego…» [El hombre y sus dioses, p. 201].
En Babilonia el cumpleaños de Tammuz era celebrado en esta época del invierno con grandes fiestas, celebraciones y borracheras, igual que se celebra hoy en día. La vieja celebración se disperso y llego a ser una costumbre tan arraigada en la «Roma y Grecia paganas en los días de los barbaros teutónicos, como en las épocas remotas de la civilización egipcia y en todas partes de este periodo era siempre celebrado con fiestas y regocijos». [Curiosidades de costumbres populares, p. 242].
Cuando este Festival del Invierno llego a Roma, era conocido como La Saturnalia. Saturno no era más que otro nombre de Nimrod o Tammuz, como el «dios escondido». Esta fiesta era la más vil, inmoral y degenerada que tanto desprestigio a Roma. Era una época de libertinaje, y borrachera, cuando todas las restricciones de la ley eran puestas a un lado. Fue de esta misma fiesta romana de la que se tomo la celebración del nacimiento de Cristo y que paso a la Iglesia Católica Romana hasta la presente civilización. «Es algo conocido —afirma un escritor— que la mayoría de nuestra relación con la temporada de Navidad y las fiestas, es el dar regalos y el sentimiento de amistad, lo cual no es más que una herencia del Festival de Invierno romano procedente de La Saturnalia, que proviene del paganismo. » [The Legacy of Roma (La herencia de Roma), p.242.]
No tenemos espacio suficiente para tratar sobre todas las costumbres navideñas como Santa Claus, y el comercialismo que se opera en esta temporada, pero vemos que todo ello está falto de fundamento bíblico y claramente identifica nuestras costumbres de hoy con las de La Saturnalia de la Roma pagana.
Finalmente, para concluir con las costumbres de la temporada
La idea se propago y se desarrollo tanto que muchas naciones tienen sus propias leyendas de arboles sagrados. Entre los druidas, los egipcios, los romanos (los cuales adornaban sus árboles con cerezas rojas durante La Saturnalia), los escandinavos y muchos más. Yal igual que otros ritos paganos, fueron absorbidos por el «cristianismo». Asimismo lo fue el uso del árbol de Navidad. El árbol de Navidad recapitula la idea del culto con sus bolas brillantes en símbolo del sol...Y todas las festividades del invierno pagano han sido incorporadas al día de la Navidad. [Festivales, días santos y días de santos, p. 222].
En no menos de 10 referencias bíblicas, el árbol verde es asociado con la idolatría y culto falso [Deut. 12:2; 1ª Reyes 14: 23; 2ª Reyes 16:4; 17:10]. Naturalmente las gentes de la época de Jeremías, como lo indica el contenido este pasaje, estaban realmente haciendo un ídolo del leño, no queremos decir que en nuestros tiempos la gente pone el árbol de Navidad en sus hogares o iglesias para «adorar» a un árbol. Lo que estamos diciendo es que el uso del árbol de Navidad es claramente algo traído del paganismo en una forma modificada. Pero cualquiera que sea la diferencia entre el viejo uso del árbol y las costumbres del presente, nadie puede negar que las costumbres son cosas de los hombres, y Dios dice: «Porque las costumbres de los pueblos son vanidad»--sin valor, vacías--- no añaden poder al verdadero culto.
(Tomado del libro: Babilonia, Misterio Religioso).
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